Vulvocervicovaginitis
Con el término vulvocervicovaginitis
designamos cualquier proceso inflamatorio de la vagina, vulva y cérvix que,
fundamentalmente, se manifiesta por leucorrea, prurito, escozor y/o
dispareunia. Se calcula que estos procesos suponen más de un tercio de las consultas
ginecológicas y su frecuencia parece estar aumentando, a la vez que se
identifican nuevos gérmenes responsables y aparecen nuevas resistencias a los
tratamientos clásicos, Aproximadamente el 90% están causadas por
cándida, tricomonas o son vaginosis bacterianas1,2
La mayor parte de los
autores cita la vaginosis bacteriana como la primera causa de vaginitis pero,
en la práctica diaria, es la candidiasis la que obliga a acudir con más
frecuencia a la consulta1,2.
Podemos dividirlas en dos
grandes grupos: La infecciosa y no infecciosa. 1,2
Vulvovaginitis infecciosas
Los principales agentes
responsables son: Trichomona vaginalis,
Candida albicans y Gardnerella vaginalis. 1,2
Vaginosis bacteriana
Para la mayor parte de los
autores, es la causante del 40- 50% de las vulvovaginitis. Es una alteración de
la flora vaginal normal, con una reducción de la concentración de lactobacilos
facultativos y, consecuentemente del pH vaginal junto al aumento de otros
microorganismos, especialmente lactobacilos (Gardnerella vaginalis, Mycoplasma, Bacteroides, Mobiluncus,
Peptostreptococcus, etc.). Se produce un aumento de la secreción vaginal,
sin signos de inflamación clínica y ausencia notoria de leucocitos. Por ello,
se habla de vaginosis y no de vaginitis. El flujo vaginal abundante suele tener
un olor fétido, un aspecto cremoso y un color grisáceo. El pH de la vagina está
alcalinizado (por encima de 4,5) y la paciente puede presentar escozor. Muchas
mujeres permanecen asintomáticas. El diagnóstico se basa en un cuadro clínico
compatible y en el estudio de las condiciones del flujo vaginal.
Característicamente, presentará un pH elevado, un característico olor a aminas
(pescado) que puede ponerse de manifiesto añadiendo hidróxido potásico al 10%.
En el examen “en fresco” se aprecia la desaparición de la flora láctea normal,
la ausencia de leucocitos y la presencia de las llamadas células clave o
células rebozadas. El cultivo vaginal es un medio diagnóstico poco preciso, al
tratarse de un síndrome en el que están implicados múltiples microorganismos.
Aunque se ha observado que el proceso suele resolverse espontáneamente en
varios meses, incluido en mujeres que no reciben tratamiento, las pacientes con
clínica de vaginosis bacteriana deben ser tratadas (se menciona en el apartado
de tratamiento). Los compañeros sexuales masculinos, generalmente son
portadores de G. vaginalis en la uretra; sin embargo, el uso de preservativos y
el tratamiento de la pareja no ha resultado útil y no se recomienda, salvo en
casos de recidivas, por la inexistencia de pruebas convincentes de que la
vaginosis bacteriana pueda ser una ETS, aunque por esta vía puedan transmitirse
gérmenes. 1,2
Candidiasis vaginal
Supone el 20-25% de las
vulvovaginitis. Distintas especies de levaduras pertenecientes al género Candida pueden producir candidiasis
vaginales: C. albicans se encuentra
en más del 80% de las infecciones. Otra levadura, Torulopsis glabrata, frecuente en las candidiasis vaginales, se
relaciona en la actualidad con el género glabrata
(C. glabrata). Clínicamente, se
caracteriza por producir una vulvovaginitis con leucorrea blanca, cuajada,
prurito vulvovaginal, escozor y dispareunia; un tercio de las
mujeres infectadas no presenta ni escozor ni prurito, y más del 50% no tienen
leucorrea. Los síntomas son más intensos los días previos a la menstruación.
Por otra parte, la frecuente asociación de las candidiasis con otras
infecciones vaginales hace que los signos clínicos sean a veces equívocos. Su
origen puede ser endógeno (modificación del ecosistema bacteriano normal
intestinal o vaginal, después de tratamientos antibióticos o tricomonicidas,
disminución de las defensas inmunitarias del huésped, trastornos de la
glucorregulación, diabetes mellitus, obesidad, embarazo, estrés, contracepción
hormonal, etc.) o exógeno (por contaminación sexual o de contacto con ropa o
aguas contaminadas). El diagnóstico se basa en el cultivo en medio específico
(Saboreaud); el examen microscópico directo de las secreciones vaginales posee
una buena especificidad pero una baja sensibilidad6. 1,2
Trichomona vaginalis
Supone el 15-20% de las vulvovaginitis. Se trata de un
protozoo, cuya vía principal de contagio son las relaciones sexuales siendo
casi siempre asintomático en el varón. Clásicamente, produce leucorreas abundantes,
malolientes y espumosas, amarillo-verdosas, con escozor vaginal, prurito
vulvovaginal, disuria y dispareunia. Es característico el cérvix “en fresa”. La
realidad es que más de un 30% de las pacientes afectadas permanecen
asintomáticas. La menstruación exacerba o induce la clínica. Se diagnostica con
una examen “en fresco” de las secreciones vaginales o con una mezcla de azul de
cresol al 1% en suero fisiológico, de esta manera se reconocen las dos formas
del parásito (flagelado: móvil; no flagelado: inmóvil). Se puede completar el
diagnóstico con un cultivo en medio
específico de Diamond.
Vulvovaginitis no
infecciosas
Se calcula que un tercio de
las vulvovaginitis tiene una etiología no infecciosa, aunque para otros autores
representa sólo el 10% de ellas. Entre sus causas principales cabe destacar1,2
Iatrógenas.
Por irritación física
(lavado demasiado frecuente), química (uso de productos ácidos), reacción a un
cuerpo extraño (tampones, esponjas, diafragmas). Estas vaginitis suelen desaparecer
al suprimir la causa que las produce. 1,2
Alérgicas.
Se han implicado productos
muy diversos: espermicidas, plasma seminal, productos de higiene íntima, ropa
interior, etc. 1,2
Atróficas o seniles.
Aparecen por un epitelio
vaginal adelgazado por el hipoestronismo de estas mujeres. Aparece
sequedad vaginal, hemorragias, disuria externa, prurito y/o dispareunia. Las
leucorreas son poco abundantes y el pH vaginal es alto. Se solucionan con
terapia de reposición hormonal, local o sistémica. En este apartado no debemos
olvidar que el prurito vulvar no infeccioso, sobre todo en mujeres
posmenopáusicas, siempre debe ser estudiado para descartar otras enfermedades
que, en ocasiones, además de las molestias que ocasionan a la paciente pueden
requerir tratamientos específicos y/o un estrecho seguimiento para detectar lo
antes posible procesos más graves (carcinoma vulvar). 1,2
Bibliografía
Fernández M, Lombardía J. Vulvovaginitis y cervicitis en la
práctica diaria. 2002. SEMERGEN. 28(1):15-20
Ibarrola M y Col. Patología
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